LA FAMILIA DOMINICANA
La Familia Dominicana tiene sus raíces en la vocación y carisma de Domingo
de Guzmán, predicador del Evangelio de Jesucristo. Este carisma ha sido vivido de
distintos modos a lo largo de los siglos y se encarna en nuevas y antiguas formas en la
vida de los hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que al escuchar la llamada del Espíritu
se deciden a seguir bajo su inspiración la senda del predicador.
Familia, es una metáfora que evoca y expresa la experiencia de una pertenencia mutua,
compartiendo el mismo nombre y las mismas raíces, reconociéndose y ayudándose
mutuamente en una relación afectuosa como hermanos y hermanas.
Las ramas de la familia dominicana son múltiples:
Frailes.
Monjas.
Congregaciones de Hermanas. (Religiosas)
Seglares en fraternidades.
Grupos de jóvenes.
Institutos seculares.
Sacerdotes seculares en fraternidad.
«Cada una tiene su carácter propio, su autonomía. Sin embargo todas participan del carisma de Santo Domingo, comparten entre ellas una vocación única de ser predicadores en la Iglesia»
Más allá de la amistad y de la unión íntima entre las ramas diversas, se desarrolla la toma de conciencia de una complementariedad, de una responsabilidad mutua para trabajar juntos en el anuncio del Evangelio al mundo.
Un auténtico espíritu de colaboración, entre hombres y mujeres, clérigos y seglares, contemplativos y activos, comienza a desarrollarse en toda la Orden.
«Ahora es el tiempo favorable para que la familia dominicana llegue a una verdadera igualdad y complementariedad »
Nuestro celo se funda en la pasión por abrir a la humanidad caminos de vida, de verdad y libertad por la palabra. Desde los orígenes, el carisma de la Orden de Predicadores consiste en “la salvación de las almas”, mediante la predicación. El amor por la predicación es la señal distintiva de todas las ramas de nuestra Orden.