"Todo contribuye al bien de los que aman a Dios"
Rm 8:28
Aunque la fundación de la Congregación se dio en el año 1900, se hace necesario retroceder el tiempo, para conocer la situación del país durante el gobierno de Guzmán Blanco. Este era liberal, masón y anticlerical y atacó fuertemente a la Iglesia durante su gobierno que ejerció en varios períodos.
1870 - 1877: Septenio de su gobierno.
1879 - 1884: Guzmán regresa triunfante a Venezuela, a la muerte del Dr. Francisco Linares Alcántara que había gobernado del año 1877 a 1879. Luego gobierna del año 1886 al 1888.
Guzmán, durante este quinquenio y el septenio anterior hizo obras como: Promulgar el Decreto de instrucción pública obligatoria; inaugurar la primera línea férrea, dar una nueva organización político-territorial al país. Pero en este período se acrecienta la inversión extranjera y acude a préstamos sin que los venezolanos tengan parte en la ejecución y administración de las obras; no impulsó la producción agrícola. Fue hostil a la Iglesia expulsando Obispos, Sacerdotes y Religiosos, pero como leemos en la Biblia, "Todo contribuye al bien de los que aman a Dios" y en Venezuela se fundan varias Congregaciones autóctonas.
El Sumo Pontífice de ese entonces era S.S. León XIII. A nivel nacional Guzmán Blanco tomó medidas contra la Iglesia, que van desde la conversión forzosa de los censos eclesiásticos, la supresión de primicias, prohibición de adquirir bienes, de "manos muertas" hasta extinción de Seminarios, supresión de conventos de monjas, inauguración de un templo masónico e inclusive llegó a insinuar que se constituyera una Iglesia católica venezolana, es decir cismática. (Enciclopedia Salvat Editores, Guzmán Blanco. (Pág. 431. Gráficos Estrella. Navarra España. 1986)
En la Iglesia local merideña, Monseñor Juan Hilario Bosset fue expulsado del país y debido a su mal estado de salud murió camino del destierro.
Para la época de la fundación de nuestra Congregación la mitra merideña estaba en manos de Monseñor Antonio Ramón Silva.
EN TIEMPO DE PRUEBA…
UN TIEMPO
DE GRACIA
"Esto es, para los que son llamados conforme a su propósito"
-Rm 8:28
A principios del siglo XX hay una respuesta contra el positivismo Guzmancista. El Señor oyó los ruegos de la Iglesia Venezolana, e hizo surgir un grupo de mujeres valientes que impulsaron la fundación de las siguientes Congregaciones Religiosas: Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, Hnas. Agustinas, Hnas. Catequistas de Ntra. Sra. de Lourdes, Siervas del Santísimo Sacramento, Carmelitas venezolanas, Franciscanas del Corazón de Jesús.
Los estados andinos no se quedan sin una respuesta concreta. En efecto, en Mérida, la Madre Georgina Febres Cordero, con ayuda de su prima la Madre Julia Picón Febres y el apoyo espiritual de Monseñor Antonio Ramón Silva, bajo la mirada amorosa de Dios Padre y su Madre Inmaculada, al pie de la Sierra Merideña y en favor del hermano necesitado, fundan nuestra Congregación de Hermanas Dominicas -venezolanas- de Santa Rosa de Lima el 5 de julio de 1900 cuando las dos religiosas se hicieron cargo del hospital "San Juan de Dios", ya que las Hermanas de la Congregación de Santa Ana, dada la situación del país y por orden de sus superioras tienen que suspender la fundación en Mérida. Nace ésta atendiendo una necesidad eclesial-social, en bien de los pobres, los enfermos del Hospital, para que no quedaran desamparados.
UNA COMUNIDAD
EN ORACIÓN
Esta primera Comunidad, de tres hermanas, se ve muy pronto disminuida, pues el Señor, en sus infinitos designios, llama hacia sí a la Hermana Herminia, tan gratamente recordada en la Congregación. A esta la quejaba una tuberculosis fulminante, no hay nada que hacer, y confortada con el auxilio divino recibe, de manos de su hermano Sacerdote, el Padre José de los Santos Viloria, la unción de los enfermos. Muere el 11 de septiembre de 1899. Desde el cielo velará por la naciente Congregación. Continúan pues, nuestras dos hermanas Georgina y Julia reuniéndose para hablar, pensar y sobre todo para orar. Todavía no tienen claro que van a hacer, Monseñor, como buen Padre, las anima, les ofrece su ayuda y les pide esperar. Por de pronto, les propone ir a la Grita, donde Monseñor Jáuregui Moreno está fundando una Congregación, pero los designios del Señor son otros.
“Para el que cree, todo es posible”
Mc 9:23
Ellas aguardan con gran par el día de la sorpresa y cuando menos lo piensan, por intermedio del Doctor Gabriel Picón, hermano de la Madre Julia, reciben las dos primas una carta del Presidente del Estado, donde les pregunta si quieren hacerse cargo del Hospital de Mérida, pues ya es un hecho la salida de las Hermanas de Santa Ana.
“El día 03 de 1900 la Superiora de Santa Ana, Dolores Enseñant, le comunica al Presidente del estado (General Chalbaud Cardona), la decisión de entregar la Fundación que tenían en Mérida, recibiendo así de dicha Congregación el Hospital San Juan de Dios que hasta ese momento regentaron”.
Con inmensa alegría de Georgina Febres Cordero Y Julia Picón, se desbordan en acción de gracias al Señor, le ofrecen el trabajo que tendrán allí, pues saben que no es poco y con paso firme, ligero y alegre se dirigen donde Monseñor a comunicarle la noticia. Indescriptible fue también para él la alegre sorpresa.
Así el 5 de julio de 1900, no sólo se inicia esta nueva experiencia religiosa, sino que también se encargaron del Hospital San Juan de Dios, y con ello de los enfermos y de los pobres que en él residían pesar de ser sólo dos religiosas las que sumieron este reto a los diez días tenían 40 enfermos, la mayor parte eran militares. El 15 de octubre del mismo año fue presentado a la comunidad el Reglamento en forma de manual, por el cual se iban a regir las Hermanas de Santa Rosa de Lima, y en mismo día, la Hermana Georgina fue nombrada superiora de la Congregación. Comenzando el siglo, entran nuestras Hermanas a tomar posesión del Hospital.
UNA SORPRESA QUE TRANSFORMA
UNA MISIÓN EN CARIDAD Y MISERICORDIA
El trabajo ya de suyo es bastante, los enfermos aumentan, la pobreza es dueña y señora del Hospital y con tan poco personal se ven agobiadas de responsabilidades, para remediar la pobreza tienen que pedir limosna, la situación se les hace difícil, pero saben que están ayudadas por Aquel que no se deja vencer en generosidad, piden nuevamente su ayuda y el dueño de las mies les manda algunas jóvenes, que atraídas por el ejemplo y la abnegación de estas Religiosas deciden quedarse y aumentar así el número de quienes atienden con tanta caridad a los enfermos.
La nueva experiencia religiosa trasmitida por las Hermanas de la caridad de Santa Rosa de Lima, motivó a otras jóvenes a ingresar a la Congregación, iniciándose un despertar vocacional. El 22 de julio de 1900 ingresó la Hermana María Jiménez, el 25 de agosto ingresó la hermana Victoria Chuecos, el 03 de Octubre la hermana Isabel Uzcátegui, el 07 de octubre la hermana Josefa Moreno, sin contar todos los voluntarios que van a jugar un papel importante en el impulso que va experimentar la novel Congregación.
En esta época Fundacional, tenían que alternar la atención del hospital con la formación de las nuevas religiosas y como consecuencia de la crisis, tenían que salir a pedir limosna, pues no había ayuda gubernamental y ante tanta necesidad, para poder atender las necesidades de los ancianos y enfermos.
Esto debido a que después de haber realizado muchas diligencias infructuosas, se resolvió que las hermanas salieran por las calles a pedir limosna, encabezando dicha tarea la Reverenda Madre Georgina el día 27 de septiembre de dicho año. Antes de empezar la noble causa “visitaron al Santísimo pidiéndole la gracia necesaria para hacer el sacrificio con pureza de intención”. (JDDPR) Tanto era el trabajo “que no daba tiempo ni para comer”, como lo relata el evangelio de San Marcos haciendo referencia a la actividad incansable de Jesús.
El Año 1903 va ser fructífero para la nueva Congregación ya que el 20 de febrero la Madre Georgina hizo la Profesión Perpetua ante Mons. Antonio Ramón Silva, y al día siguiente, el 21 de febrero se realizó la “Aprobación Canónica” de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Rosa de Lima, en el marco de los 25 años de Pontificado del Papa León XIII. Este acto tuvo gran resonancia tanto en Mérida, como a nivel nacional e internacional, tal como lo reseña la prensa y las diversas cartas de congratulación llegadas a la Madre Georgina, a lo largo de dicho año.