Sor Elaine Castro, O.P.
Actuar con Corazón y cuidar el Corazón se concibe como una síntesis visual y conceptual de nuestra misión de predicación educativa y pastoral, en consonancia con la invitación del Papa Francisco al Pacto Educativo Global, que propone una visión educativa centrada en la dignidad humana, la inclusión y el bien común.
En este marco, la propuesta pastoral para el período 2025-2026 mantiene como eje central a la persona y a la comunidad que la acompaña, desde una mirada integral que abarca lo pedagógico, lo espiritual y lo social. El diseño del logo expresa esta centralidad de la persona a través de un corazón en el centro, de contornos blancos sobre un fondo negro, que simboliza la vida, la misericordia y la comunión en comunidad para la santa predicación. Las dos piezas que emergen a los costados, en rojo y azul, representan la acción y la responsabilidad que deben ir de la mano con el cuidado y la ternura, denotando que actuar con el corazón implica un compromiso activo con los demás y con la creación, a ejemplo del amor misericordioso de Jesús. La tipografía, multicolor, con tonos azul, rojo y amarillo, alude a la diversidad de dones, vocaciones y personas que componen la Iglesia y la sociedad, y a la unidad que debe sostenerse en la misión compartida.
La reducida pero significativa alusión a los siete retos del Pacto Educativo Global se halla, de manera implícita, en cada elemento del logotipo y en su mensaje. En primer lugar, la idea de “poner a la persona en el centro” se manifiesta en la centralidad del corazón, símbolo de dignidad y cuidado. Este diseño recuerda que no puede haber aprendizaje, ni formación pastoral, si se descarta a cualquier persona; por ello, cada programa, servicio y acción debe partir de la valoración de la dignidad intrínseca de cada sujeto, especialmente de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. En segundo lugar, el PEG exhorta a “escuchar a las jóvenes generaciones”; el dinamismo ascendente de las figuras que rodean al corazón sugiere movimiento, participación y la necesidad de que niños, niñas, adolescentes y jóvenes participen en la construcción de un futuro más humano y justo. En tercer lugar, la propuesta subraya la importancia de “promover a la mujer en la educación”, entendiendo que la plena participación y el desarrollo de las mujeres enriquecen la misión educativa y pastoral; el diseño reconoce, con su equilibrio visual, la contribución femenina como parte esencial del proceso formativo y de liderazgo dentro de la Congregación y de la comunidad educativa.
En cuanto a “responsabilizar a la familia”, la figura del corazón rodeado por las dos referencias de acción puede interpretarse como una invitación a reforzar la alianza con la familia como primera y principal institución educativa. Nuestro plan estratégico busca, por ello, estrechar puentes entre vida familiar, educación, oración y predicación, para que la familia sea el primer ámbito formativo y el apoyo sólido para las personas que se integran a la misión. El ímpetu de “abrirse a la acogida” se ve en la apertura que simboliza el logo: una actitud de hospitalidad y entrega hacia las personas vulnerables y marginadas, para incluir a todos sin distinción en los procesos educativos y pastorales. En cuanto a “renovar la economía y la política”, la idea de acción transformadora está integrada en el verbo “Actuar” que da título a la propuesta pastoral; se trata de buscar y promover modos de desarrollo que sirvan al bien común y que combatan la lógica de descarte y exclusión mediante prácticas solidarias, sostenibles y responsables. Por último, “cuidar la casa común” se expresa en la dimensión de cuidado y responsabilidad que emana del propio corazón y de la acción conjunta; este mensaje invita a una ecología integral y a adoptar estilos de vida que protejan la naturaleza y aseguren un futuro habitable para las próximas generaciones.
La relación con la espiritualidad de la orden de predicadores se articula a través de los pilares fundamentales que hemos heredado y que guían nuestra vida comunitaria: la comunidad, el estudio, la oración y la predicación. Este carisma está profundamente vinculado al legado de nuestra fundadora, la Sierva de Dios Madre Georgina Febres Cordero Troconis, y a su carisma de la predicación expresada en misericordia, que se traduce en un servicio activo y compasivo hacia las personas y las comunidades que acompañamos. Desde esta fuente, la predicación se encarna no solo en palabras, sino en obras de misericordia, en una presencia que acompaña, consuela y educa con ternura. El logo, por tanto, no es solo un emblema estético, sino una invitación a vivir una espiritualidad articulada en la vida diaria: a través de la comunidad que sostiene, del estudio que fundamenta, de la oración que alimenta y de la predicación que transforma, siempre en clave de misericordia y servicio.